domingo, 9 de octubre de 2011

Bautizado europeo ¿eres, realmente, cristiano?

Has recibido el bautismo, pero no eres cristiano. Pero ¿hay acaso cristianos que no hayan recibido el Bautismo? San Sócrates, ruega por nosotros”. Lo escribió el humilde y valiente sabio Erasmo de Rotterdam en el siglo XVI: ¿no creéis que habría dicho lo mismo, quinientos años más tarde, en este relativista, acomodaticio y desconcertado siglo XXI, en el que diríase que la Europa oficial, la que ya no es nuestra Europa, se avergüenza de sus raíces cristianas e incurre en un vergonzante relativismo?

Es un  relativismo que nos lleva a una especie de retrógrado  individualismo que pretende disimular su empobrecimiento  y sacudir sus complejos egoístas  con la costra de lo que llaman respeto ideológico y que no es más una moderna forma de  "tolerancia hostil", en la que subyace  la repugnancia o la abierta animosidad  contra  la libertad religiosa.

No es eso lo que desea y predica el Santo Padre,  tal como lo ha dejado muy claro en su reciente visita a Alemania, su tierra natal:  Haciendo valer que  las  religiones positivas son valioso asidero para el desarrollo de la propia personalidad según la voluntad de Dios, Benedicto XVI nos enseña que  Debemos aprender a vivir no unos junto a otros,  sino unos con otros”, lo que significa “aprender a abrir el corazón a los demás, a permitir que nuestros semejantes tomen parte en nuestras alegrías, esperanzas y preocupaciones”. Tanto es así que  la religión, que está centrada en el encuentro del hombre con el misterio divino, está conectada de modo esencial con la cuestión de la paz”.

Siendo, como es, el Cristianismo  una "buena noticia",  es, por demás, la necesaria comunicación interpersonal para un radical cambio de vida en el orden del amor y de la libertad que vienen del Cielo y se refuerza en la Comunión de los santos.  

 El Señor, nos enseña el Papa,  da al ser humano  libertad,  que es un bien muy grande y el origen de muchos males, pero también es el origen de la santidad y del amor. Origen del amor: sólo los seres libres están en condiciones de amar y ser felices. Difícilmente crece el amor donde impera la coacción. Y no hay fidelidad sin la decisión libre y firme de identificarse con la Voluntad de Dios” .
En Berlín y en Erfurt, Benedicto XVI ha en entrado en la parte de Europa, que, por los no tan  lejanos avatares históricos, se encuentra hoy día más alejada  del Dios a quien adoran y siguen las personas de buena voluntad, inclusive las que poco o nada han oído hablar de Jesucristo: el Dios para tantos desconocido,  pero que se sirve de la Ley Natural  del Amor y de la Libertad entre humanos  para despertar  las conciencias un tanto adormecidas por  el  pluralismo de confesiones y, más aún, por  los materialismos o el relativismo ambiente, llámense o no ateísmo militante.

Fue en Erfurt, la ciudad de Lutero,  en donde  el papa Joseph Ratzinger  mostró más respeto, contundencia y valor a la hora de definir lo que acerca o aleja a las personas de buena voluntad  (las otras, las de mala voluntad e, incluso, los tibios, difícilmente se dejarán arrastrar por algo distinto al odio o la visceral apatía).
Ante el presidente alemán Christian Wulff, católico, y la canciller Angela Merkel, luterana e hija de un pastor protestante, Benedicto XVI reconoció que “el pensamiento de Lutero, toda su espiritualidad, estaban completamente centrados en Cristo”.  La mayor parte de la gente, también de los cristianos, siguió diciendo el Papa, da hoy por descontado que, en último término, Dios no se interesa por nuestros pecados y virtudes. Él sabe, en efecto, que todos somos carnales. Si hoy se cree aún en un más allá y en un juicio de Dios, en la práctica, casi todos presuponemos que Dios deba ser generoso y, al final, en su misericordia, no tendrá en cuenta nuestras pequeñas faltas. Pero, ¿son verdaderamente tan pequeñas nuestras faltas? ¿Acaso no se destruye el mundo a causa de la corrupción de los grandes, pero también de los pequeños, que sólo piensan en su propio beneficio? ¿No se destruye a causa del poder de la droga que se nutre, por una parte, del ansia de vida y de dinero, y por otra, de la avidez de placer de quienes son adictos a ella? ¿Acaso no está amenazado por la creciente tendencia a la violencia que se enmascara a menudo con la apariencia de una religiosidad? Si fuese más vivo en nosotros el amor de Dios, y a partir de Él, el amor por el prójimo, por las creaturas de Dios, por los hombres, ¿podrían el hambre y la pobreza devastar zonas enteras del mundo?”

SS el Papa nos enseña que la recristianización vendrá más por contagio de amor y libertad que por dichos y argumentos más o menos racionales, mejor o peor hilvanados: “No serán las tácticas las que nos salven, las que salven el cristianismo, sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo, mediante la cual Cristo, y con Él, el Dios viviente, entre en nuestro mundo. Como los mártires de la época nazista propiciaron nuestro acercamiento recíproco, suscitando la primera apertura ecuménica, del mismo modo también hoy la fe, vivida a partir de lo íntimo de nosotros mismos, en un mundo secularizado, será la fuerza ecuménica más poderosa que nos congregará, guiándonos a la unidad en el único Señor”. Ama y haz lo que quieras, viene a decir el Santo Padre con San Agustín.


viernes, 23 de septiembre de 2011

Realismo cristiano frente al relativismo del siglo XXI.

   Del viaje del Santo Padre, por tercera vez, a su tierra natal se ofrecerán crónicas para todos los gustos: "existe el viaje real, y el viaje que nos contarán los medios", ha advertido muy oportunamente el cardenal Walter Brandmüller.
    En la mañana de ayer, 22-09-2011, llegó el Papa a Berlín, siendo recibido por Christian Wulff. el presidente de la República, Angela Merkel, la canciller federal, y el gabinete ministerial en pleno. Y, por la tarde, según Zenit, “sorprendió hoy a los políticos alemanes reunidos en el Bundestag con la propuesta de lanzar un debate sobre si verdaderamente existe o no un orden moral objetivo en la naturaleza y en el hombre, que pueda considerarse fundamento de las leyes. El Pontífice quiso abrir el debate sobre si existe o no una ley moral natural, concepto aceptado universalmente hasta hace unas décadas, y que hoy, reconoció, “se considera una doctrina católica más bien singular, sobre la que no vale la pena discutir fuera del ámbito católico, de modo que casi nos avergüenza hasta la sola mención del término”.
    El Santo Padre no se ha mordido la lengua para hablar alto y claro sobre la esencia y carácter de ese  Realismo Cristiano que presenta a la Ciudad de Dios como un real ennoblecimiento de la “Ciudad de este Mundo”.  Es la hora de las personas de buena voluntad, las únicas que, de momento, abren los oídos y el corazón al compromiso por mejorar lo mejorable; sal de la tierra y luz del mundo, diseminadas por aquí y por allá con la “señal de Dios” en el alma, ese secreto reducto personal que solamente Dios conoce, pero que, a la vista de las obras de los unos y de los otros, nos invita a considerar a la Humanidad dividida en tres tipos de personas (no en “dos clases”, tal cual sigue dividiendo al mundo el periclitado Marxismo): las personas de buena voluntad, las de mala voluntad y las arrastradas y víctimas de la “corriente relativista”, las mismas que distraen a tantos y tantos políticos con lo superficialmente sugestivo, con lo inmediato de colorido alienante, con lo descomprometedor, con el producto de tres siglos de gratuita especulación filosófica, con sofismas o soflamas al estilo de “todos son iguales”, “el otro es malo, luego yo soy bueno”, “que lo arreglen los otros”….
    El Santo Padre piensa y obra como representante de Cristo en la Tierra, e, imbuído de realismo cristiano, vive empeñado en mejorar lo mejorable sintiéndose siempre necesitado de la fuerza del Espíritu y con la prudencia precisa para no desbarrar ante cualquier delicada o complicada situación: sin duda que está en este mundo sin ser de este mundo.
    Siguiendo a la prensa de estos días, vemos que,  ante el presidente Wulff,  el Papa realiza una cita significativa del gran obispo y reformador social Ketteler: "la religión necesita de la libertad así cómo la libertad tiene necesidad de la religión", y recuerda que la República Federal, surgida del trauma del nazismo y de la guerra, ha llegado a ser lo que es gracias a la fuerza de la libertad plasmada por la responsabilidad ante Dios y ante el prójimo.
    Dice el vaticanista Magíster que el discurso ante el Bundestag ha sido la tercera gran lección del pontificado, tras Ratisbona y París. Es verdad. Aquí el Papa teólogo nacido en Baviera ha mostrado toda la potencia de razón que posee la fe cristiana, ha roto todos los esquemas, ha descolocado a propios y extraños. Su gran tema ha sido el de los fundamentos éticos del Estado liberal democrático y lo ha desarrollado en un discurso chispeante, con guiños de humor a la bancada, pero con el aplomo, la densidad y la frescura de los grandes Padres de la Iglesia o de los grandes maestros medievales.
    En el templo de la democracia el obispo de Roma ha explicado que en la política "el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho", porque sin esto, parafraseando a San Agustín, no hay diferencia entre el Estado y una cuadrilla de bandidos. Y no ha temido recordar lo que sucedió en ese mismo espacio durante el nazismo, cuando el Estado se convirtió en instrumento para la destrucción del derecho, para rendir homenaje a los combatientes de la resistencia que prestaron un gran servicio a la humanidad.
    Y el Papa lanza su primer gran desafío: "en las cuestiones fundamentales del derecho, en las cuales está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad, el principio de la mayoría no basta: en el proceso de formación del derecho, una persona responsable debe buscar los criterios de su orientación". Entonces describe un momento crucial para la historia de occidente, cuando los teólogos cristianos rechazaron un derecho basado en la revelación divina y se pusieron de parte de la filosofía, reconociendo la razón y la naturaleza como fuente jurídica válida para todos.
   El Papa concluyó afirmando que la cultura en Europa nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma, un encuentro que ha fijado los criterios del derecho, y defenderlos frente a un positivismo salvaje que nos hace ciegos y sordos a la vida en toda su riqueza, es nuestro deber en este momento histórico.
    La Europa de hoy no es ni puede ser la víctima de un nuevo Hitler, un  loco que, en inoportuna recreación del superhombre de Nietzsche,  se creyó a sí mismo por encima del bien y del mal, algo así como una especie de diosecillo imbécil, que sueña con ver a todo el mundo besándole los pies. Claro que la fuerza un tipo así descansaba en la multitud de los relativistas de entonces y en una cohorte de satélites de “mala voluntad” siempre dispuestos a venderse a la voluntad y caprichos del "amo", "caiga quien caiga".
    Ello es algo que quiso evidenciar y contra lo que nos previno el Santo Padre en su memorable visita al campo de concentración y exterminio de Auschwitz,  uno de los testimonios de hasta dónde puede llegar la degradación humana cuando reniega de la propia naturaleza hasta convertirse en verdadera bestia para los de su especie.

martes, 6 de septiembre de 2011

LA BELLEZA, CAMINO HACIA DIOS

El verdadero artista busca el más allá de lo que ven sus ojos  o perciben sus oídos: se deja arrastrar por el ansia de plenitud hasta el punto de que puede llegar a “maquillar” genialmente a la propia Naturaleza, en cuanto “no reduce los horizontes de la existencia a la mera materialidad”. Es lo que nos hace ver el Santo Padre Benedicto XVI, para quien el arte es “una puerta abierta hacia el infinito”.  Bien recordamos los españoles sus expresivas palabras al celebrar la Misa en la famosa Sagrada Familia de Antoni Gaudí en noviembre de 2010:  “Al contemplar la grandiosidad y la belleza de ese edificio, que invita a elevar la mirada y el alma hacia lo Alto, hacia Dios, recordaba las grandes construcciones religiosas, como las catedrales del Medioevo, que marcaron profundamente la historia y la fisionomía de las principales ciudades de Europa”.

Fue el beato Juan Pablo II quien, proclamó patrono de los artistas al beato fray Angélico, modelo de perfecta sintonía entre fe y arte. Este arte que, según nuestro actual Santo Padre, en sus diversas expresiones, es un “camino privilegiado” para encontrar a Dios al romper con los límites de la razón humana para perderse en lo ultrasensible e infinito: “Quizás os ha sucedido, nos dice,  que ante una escultura, un cuadro, o algunos versos de poesía o una pieza musical, sentís una íntima emoción, una sensación de alegría, percibís claramente que frente a vosotros no hay solamente materia, un trozo de mármol o de bronce, un lienzo pintado, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos, sino algo más grande”, un algo que “es capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el ánimo”. Y ello porque una obra de arte “es fruto de la capacidad creativa del ser humano, que se interroga ante la realidad visible, que intenta descubrir el sentido profundo y comunicarlo a través del lenguaje de las formas, de los colores, de los sonidos”.  A través del Arte podemos percibir “la necesidad de ir más allá de lo que se ve por  sed y  búsqueda de lo que nunca muere: es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano”. En especial, el arte sacro puede ser un “verdadero camino hacia Dios, la Belleza suprema”. “Hay obras de arte que nacen de la fe y que la expresan haciendo “vibrar las cuerdas de nuestro corazón”.  

Así lo siente y lo dice el Santo Padre para quien multitud de “cuadros o frescos, frutos de la fe del artista, con sus formas, con sus colores, con sus luces, nos empujan a dirigir el pensamiento hacia Dios y hacen crecer en nosotros el deseo de acudir a la fuente de toda belleza”.
Son vivencias suyas que nos quiere transmitir y por ello nos invita  a que la visita a lugares de arte “no sea sólo ocasión de enriquecimiento cultural, sino que se pueda convertir en un momento de gracia, de estímulo para reforzar nuestro vínculo y nuestro diálogo con el Señor, para detenerse a contemplar -en la transición de la simple realidad exterior a la realidad más profunda que expresa- el rayo de belleza que nos golpea, que casi nos 'hiere' y que nos invita a elevarnos hacia Dios”.

miércoles, 24 de agosto de 2011

LA FIESTA DE LA FE

   Por su interés para todos los católicos, reproducimos el artículo de Jesús Colina (Zenit, 22 de agosto de 2011):
   Entre los periódicos españoles que más han criticado en días pasados la visita de Benedicto XVI a España, se encuentra “El País”. Este lunes publicaba un editorial en el que calificaba la tercera visita de este pontífice a esa nación como “un éxito de participación como pocas veces puede verse”. El diario español de mayor distribución ratifica sus diferencias con las posiciones de la Iglesia en cuestiones morales, pero reconoce que el Pontífice ha realizado una auténtica “visita pastoral”.
    Y si éste es el balance de uno de los diarios más críticos con la Iglesia en España, la gran mayoría ha subrayado no sólo la masiva participación (los periódicos más tímidos hablan de 1,5 millones de participantes, mientras que otros registran dos millones), sino sobre todo la calidad (descrita en general con la fórmula “fiesta de fe”).
   “El Mundo”, otro de los diarios de mayor tirada, ha comenzado el artículo de balance final, firmado por José Manuel Vidal, con estas palabras: “Un viaje redondo, un éxito sin paliativos el de Benedicto XVI y del cardenal Rouco en la JMJ de Madrid 2011”.  Andrea Tornielli, corresponsal del diario “La Stampa”, de Turín lamenta en “Vatican Insider” que durante días los periódicos hayan dado más espacio a los “dos mil indignados” que protestaron contra la visita papal que a los dos millones de participantes.  Andrew Brown, de “The Guardian", publicó un artículo el 18 de agosto en el que reconocía que “si fuera católico, estaría bastante fastidiado con la BBC”, que dedicó sus servicios a las protestas de algunos miles, sin hablar ni siquiera de la Jornada Mundial de la Juventud. Un título de la web del histórico diario español “ABC” sintetiza el evento que presidió el Papa en Cuatro Vientos: “Dos millones de oraciones”. Por su parte, “La Razón", se refiere a este encuentro con el título: “Apóstoles para el siglo XXI”.
    Giovani Maria Vian, director del diario vaticano “L'Osservatore Romano”, ve parecidos entre esta visita y el viaje que Benedicto XVI hizo al Reino Unido (16-19 de septiembre de 2010).  Aquella peregrinación también estuvo “precedida por una serie de artículos prejudiciales y negativos, que luego dejaron lugar a un consenso casi unánime –y es un mérito indiscutible de muchos medios informativos británicos el haber sabido cambiar de opinión-- al subrayar la trasparente humildad del Papa y su capacidad gentil para dirigirse a todos, dándose a entender no sólo a los fieles católicos”.

Sorpresa internacional
    El día que más titulares arrancó en la prensa de todo el mundo fue la accidentada vigilia en Cuatro Vientos, que hasta aquel momento había dado holgado espacio a las manifestaciones de tipo laicista convocadas en Madrid, frente a los actos multitudinarios celebrados en toda la ciudad. “No podía ir mejor”, afirmaba un comentarista de la RAI; el Papa fue “aclamado por un océano de peregrinos”, según “Le Monde”. El “New York Times” admitía que se trataba de “una reunión sin precedentes”, que iba “mucho más allá de Sydney”. “El Universal” aseguraba que el Papa había “superado los pronósticos”. Entre los cerca de 4.700 profesionales del mundo de la información, como refiere Inma Álvarez, la jefa de redacción de ZENIT que ha coordinado la cobertura de esta visita, “creo que hay que destacar que lo que más les ha llamado la atención es la actitud de los jóvenes”. “No sólo ante las dificultades de la lluvia y el sol, sino también ante las manifestaciones contrarias. Los informadores han quedado impactados por la fiesta que había en las calles, por el civismo y la corrección, por la ausencia de incidentes, y por la actitud positiva de quienes no pudieron entrar en Cuatro Vientos por falta de espacio”, añade. Giovanni Maria Vian concluye considerando que estas jornadas han sido un “éxito reconocido por los medios de comunicación, sobre todo españoles”.  “Por mérito de los protagonistas, ante todo, es decir, de Benedicto XVI y su juventud, después naturalmente de los organizadores y, last but not least, de España: del rey Juan Carlos, con la familia real, del gobierno y de las diferentes autoridades”, concluye el director de “L'Osservatore Romano”.

martes, 9 de agosto de 2011

JMJ 2011, renovada lección de Amor y de Libertad

El Santo Padre, sucesor de Pedro, viene a Madrid del 16 al 21 de agosto a encontrarse con jóvenes de todo el mundo para, con muchos años de libre renuncia a tantas cosas para volcarse en el servicio a los demás, infundirles amorosamente el calor de la fe haciendo valer, por haberlo él vivamente experimentado, que el «tiempo de juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande. Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza».

SS Benedicto XVI viene hacia los jóvenes con inmensa satisfacción puesto que, tal como nos lo recuerda en su reciente libro “Luz del mundo”, «las jornadas de la juventud se han convertido en un auténtico regalo. Cuando pienso cuántos jóvenes encuentran en tales jornadas un nuevo punto de partida y viven después espiritualmente a partir de él, cuánta alegría queda después del evento, pero también cuánto recogimiento hay justamente en la inmediatez de la Jornada Mundial de la Juventud, tengo que decir que allí sucede algo que no lo hacemos nosotros mismos»

Las Jornadas Mundiales de la Juventud valen lo que valen porque representan una realista toma de posición en tanto en cuanto  «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva»(Deus Caritas est, 1). Claro está que el Evangelio es bastante más que una doctrina o una filosofía: es seguir los pasos de Jesucristo hasta descubrir que no hay nada más hermoso que encontrarlo y estrechar la amistad con Él, clave decisiva para afrontar y encontrar respuesta a tantos graves problemas, desafíos, malestares presentes en la vida de los jóvenes de hoy: en particular los graves riesgos de superficialidad y banalidad propios de la sociedad de consumo, la falta de perspectivas claras para el futuro en un mundo donde crece el desempleo juvenil y la pérdida del esforzado entusiasmo por llegar a ser lo que pueden ser .

Éstos son días en los que, pese a tantos desengaños y banalidades, pese al empeño de unos pocos por desvirtuar lo más valioso de nuestras raíces históricas con forzadas tendencias hacia un laicismo radical con actuaciones políticas claramente contrarias a la Ley Natural (el aborto, la promoción del amor estéril, la entronización del capricho egoísta…), los católicos españoles –en buena parte,  gracias a la JMJ – redescubrimos nuevas lecciones de amor y de libertad con que superar la atrofia de tantas y tantas voluntades, que, en lugar de regodearse en la inanición, debieran empeñarse en la tarea  de buscar y aplicar todo lo necesario para resolver los propios problemas.

Es el  Papa quien no se cansa de recordar al Mundo que «se podrían enumerar muchos problemas que existen en la actualidad y que es preciso resolver, pero todos ellos sólo se pueden resolver si se pone a Dios en el centro, si Dios resulta de nuevo visible en el mundo, si llega a ser decisivo en nuestra vida y si entra también en el mundo de un modo decisivo a través de nosotros» (Homilía en la Misa concelebrada con los obispos de Suiza, 7 de noviembre de 2006) .«Quisiera, añade en otra ocasión,  que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros».

lunes, 25 de julio de 2011

EL SECRETO DE LA JMJ 2011 ES EL MENSAJE DEL PAPA

Lo ha dicho monseñor Rouco Varela, Cardenal-Arzobispo de Madrid:  El secreto del éxito de cada una de las Jornadas Mundiales de la Juventud ha sido y es el mensaje que antes Juan Pablo II, y ahora Benedicto XVI, han dado a la juventud de hoy.
El cardenal presidió el pasado viernes 23 de julio  la clausura del curso de verano “Los jóvenes y la Iglesia Católica”, organizado por la Universidad Rey Juan Carlos en Aranjuez, con una ponencia titulada “Tareas y caminos abiertos de evangelización de los jóvenes después de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid”.
El arzobispo de Madrid, anfitrión de la próxima Jornada Mundial, afirmó, con palabras de Romano Guardini, que con la JMJ “un acontecimiento de extraordinaria trascendencia ha comenzado”.
El purpurado, que ya acogió, como arzobispo de Santiago de Compostela, la JMJ de 1989, quiso recordar aquel evento: los jóvenes “respondieron en el 89” y lo siguen haciendo desde entonces, afirmó.
En aquella ocasión, Juan Pablo II “invitó a los jóvenes a vivir la vocación y la misión de la Iglesia de forma directa, centrada en Jesucristo” con “un discurso directo, inmediato: Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida”.  Por eso, calificó de “secreto de la historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud el mensaje directo y claro del Papa”.  “Eso produce un efecto en la vida de la Iglesia”, que es el nacimiento de “una generación joven, identificada con la fe vivida en la comunión de la Iglesia”.
“Nos encontramos con nuevas realidades, como nuevas formas de vida consagrada, nuevos modos de implicación de los seglares en la vida de la iglesia...”. Y es que “la Iglesia tiene que actualizar su novedad constantemente, porque ella es nueva siempre”.  Para el cardenal Rouco, “la evangelización es la palabra clave. Es lo que anima a la JMJ de Madrid”.
En este sentido, ha apuntado como “metas y caminos posteriores” a la Jornada que “los jóvenes que están en la Iglesia se afiancen en su fe y en vivir comunión con la Iglesia”, “reforzar, profundizar y extender la pastoral vocacional, comenzando por el sacerdocio”, y siguiendo por “la vida consagrada” y la vocación “al matrimonio y la familia cristiana”.  En esta línea, ha manifestado su deseo de que “no saliese nadie de JMJ sin encontrar su vocación”.
Para el Cardenal, con las JMJ surgen “nuevos caminos” de evangelización, y una “apertura de los ámbitos propios para los jóvenes en las parroquias”, así como una revitalización de “la experiencia viva y contemplativa”.
Concluyó afirmando que “la JMJ es una gran expresión de la vida de la Iglesia. Estamos ante un acontecimiento nuevo de la vida de la Iglesia” (Texto tomado de ZENIT)

martes, 19 de julio de 2011

SOLO PECAN LOS TONTOS

Cuando grandes sabios de la antigüedad, sin haber conocido al Cristianismo, sostenían que la verdadera sabiduría consistía en vivir de acuerdo con las exigencias de la propia condición humana, venían a decir que el pecar es una solemne majadería. Seguro que así lo han interpretado grandes santos como Agustín de Hipona cuando, luego de habar pasado por diversas etapas de majadera obsesión, define la razón de nuestro ser y especial vocación con la categórica afirmación de “nos creaste señor para Ti y nuestro corazón vive inquieto hasta que descansa en Tí”. Es como si dijera, ¡qué de tonterías hacemos cuando pecamos y, al precio de poco más que nada, nos alejamos de Dios! ¿Podemos traducirlo por la constatación de que los pecadores somos más o menos tontos en tanto en cuanto más o menos nos alejamos de Dios?.

Recordemos cómo el Maestro nos da una magistral lección de sabiduría divina y, también, humana con su parábola del Rico Epulón, un pobre rico tan corto de cerebro que creía lograr el máximo de la felicidad comiendo como un cerdo y bebiendo hasta agotar sus reservas  ¿no sabía el redomado tonto que los bienes materiales en exceso no producen más que hastío hasta que viene la muerte y nos coge con el pie cambiado? Todo ello mientras que Lázaro, el sabio de la parábola, vive en el amor y la libertad, es decir, en la felicidad asequible a los que ajustan su conducta a la voluntad de Dios. Procura no pecar y, por lo tanto, se esfuerza por entender el sentido de la propia vida: lo poco que llega a saber es, precisamente, lo que más conviene a su propia naturaleza y, por lo tanto, disfruta de la felicidad asequible todos los que, con buena voluntad, buscan lo mejor de lo mejor para sí mismos y el prójimo.

¿De qué te sirve ganar todo el mundo si pierdes el alma? fue la pregunta con la que San Ignacio de Loyola puso a San Francisco Javier en el camino de la verdadera sabiduría. Efectivamente, tal como ha dejado escrito el poeta Leonardo Castellani, “La ciencia más consumada/ es que el hombre en gracia acabe/ porque al fin de la jornada/ aquel que se salva, sabe/ y el que no, no sabe nada”.

lunes, 20 de junio de 2011

Un mayor acercamiento entre la Iglesia y el Islam

La Iglesia reúne en Comunión a todos los fieles cristianos;  en palabras de sus doctores “es en verdad esposa de nuestro Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios según está escrito (Ef. 5,25):  Cristo amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella”. El Sumo Pontífice es su portavoz por expresa delegación del propio Jesucristo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
El Islam tiene en Mahoma a su Profeta como exclusivo mensajero de Alah, nombre con el que los musulmanes adoran y sirven al único Dios, el mismo al que los cristianos adoramos y servimos.
No son pocas las diferencias entre musulmanes y cristianos por cuestiones de fe;  pero esa falta de coincidencia no tiene por qué ser causa de enfrentamientos en tanto en cuanto unos y otros apelamos al Dios Misericordioso y todo Amor (que decimos los cristianos) como Juez Supremo y principal referencia para nuestras vidas.
Así se vio, así se sigue viendo en el ámbito de nuestra Iglesia y así quedó magistralmente reflejado en las conclusiones del Vaticano II, cuyo portavoz, el Papa Pablo VI lo expresó de esta manera en su Encíclica “Nostra Aetate”:  La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno…. Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres…. No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. la relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: "el que no ama, no ha conocido a Dios" (1 Jn 4,8)….Así se elimina el fundamento de toda teoría o práctica que introduce discriminación entre los hombres y entre los pueblos, en lo que toca a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan”

jueves, 9 de junio de 2011

Toda religión debe ser un factor de paz, asegura el papa
   Durante su reciente visita a Croacia, en un encuentro en el que participaron representantes de las diferentes religiones presentes en ese bonito país, Benedicto XVI aseguró que toda religión debe ser un factor de paz.
   Si bien de los 4,5 millones de habitantes el 88% son católicos, el pontífice incluyó en el programa de su visita un encuentro con el mundo de la cultura y la diplomacia, al que invitó a los representantes de las diferentes confesiones cristianas, en particular ortodoxos, así como a exponentes judíos y musulmanes. El Papa, que pudo saludarles en el Teatro Nacional Croata, agradeció esta significativa presencia, pues según dijo, “contribuye a recordar que la religión no es una realidad separada de la sociedad”.
   La religión, subrayó, es “un componente” “connatural” de la sociedad, “que constantemente evoca la dimensión vertical, la escucha de Dios como condición para la búsqueda del bien común, de la justicia y de la reconciliación en la verdad”. “La religión pone al hombre en relación con Dios, Creador y Padre de todos, y, por tanto, debe ser un factor de paz”, subrayó.
   Por este motivo, concluyó, “las religiones deben purificarse siempre según esta verdadera esencia suya para corresponder a su genuina misión”. (ZENIT.org)

lunes, 30 de mayo de 2011

CAMBIO DE ÉPOCA EN ESPAÑA

   Los ciudadanos en general y, en especial, los católicos no debemos confundir la Política con la Religión: mientras que ésta se ocupa de las cosas de la Ciudad Celestial, aquella se centra, esencialmente, en las cosas de este mundo de forma que, en la mayoría de los casos es protagonizada por personas que ocupan puestos de responsabilidad en razón de su nacimiento, por que los avatares históricos así lo han dispuesto o, como ocurre en las sociedades democráticas, a raíz del resultado de una elecciones.
   Para la Iglesia y sus fieles, más que el origen del poder es objeto de atención la forma en que los poderosos ejercen su responsabilidad: no es lo mismo asumir que son servidores de los servidores de Dios que el pretender que pueden hacer lo que les venga en gana porque han ganado unas elecciones o que tal o cual ideología puede convertirse en depositaria de la verdad absoluta por el hecho de venir respaldada por una mayoría: recordemos el caso del nazismo o de la experiencia soviética para curarnos en salud y, remedando a Ortega y Gasset, proclamar alto y claro: no es esto, no es esto… aunque nosotros mismos hayamos caído en la trampa de defender y votar a lo inconveniente.
   Creemos muy oportuna esta reflexión ante el cambio de rumbo que, según muestran los resultados de las últimas elecciones, los electores españoles exigimos a nuestros gobernantes, en especial al señor Rodríguez Zapatero, sus recalcitrantes discípulos y algún que otro político fiel a las viejas consignas marxistas.
   Monseñor Demetrio Fernández, obispo de  la españolísima y bella Córdoba, ve en toda España un Cambio de época, empezando por su ciudad precisamente gobernada  por el PCE o IU desde 1979 hasta ser desbancada por la oposición en recientes elecciones del 22 de mayo, no de forma menos contundente a como ha ocurrido en los tradicionales feudos del PSOE, del que es secretario general y principal responsable el Presidente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero.
   Según la reseña que publica la revista Zenit,  dicho prelado percibe “signos palpables de que estamos asistiendo a un cambio de época”. “Y en un cambio de época –añade- nos jugamos mucho según las bases que pongamos a la hora de construir ese futuro mejor". "Las pasadas elecciones del 22 de mayo son un signo notable de este cambio de época. No sólo porque ganaron éstos o aquéllos, sino porque ha cambiado la fisonomía política de España, sobre todo en algunos lugares donde el cambio parecía imposible”. “Un cristiano mira esta realidad desde una perspectiva creyente –recuerda--. La fe no nos aparta de la construcción de este mundo, sino que por el contrario nos hace protagonistas de la edificación de la ciudad terrena, donde se fragua nuestro destino eterno”.  “Reconocemos la autonomía de las realidades temporales –señala--, que se rigen por sus propias normas, y queremos aportar desde la religión lo mejor de nosotros mismos para hacer de la ciudad terrena una ciudad más habitable, más justa y más fraterna”.  El obispo comunica que sus visitas pastorales a los pueblos de su diócesis le han convencido de que “la Iglesia católica tiene una presencia muy importante en la configuración sociopolítica de los pueblos y de la sociedad actual”. “No hay grupo humano más activo hoy que el que constituyen las personas que están en torno a la parroquia: catequistas, voluntarios de Cáritas y Manos Unidas, misiones, atención al culto en las iglesias, desde la limpieza y el mantenimiento hasta el coro parroquial para las celebraciones litúrgicas, grupos de formación de adultos, movimientos de apostolado seglar, cofradías y hermandades con creciente participación de los jóvenes, campamentos y actividades de tiempo libre con los niños y jóvenes. La fe está viva en nuestras parroquias de Córdoba”, constata. Y además, añade, “las familias cristianas que quieren educar a sus hijos en sus mismos valores. Profesores de religión católica en la escuela con un alto porcentaje de alumnos que eligen libremente esta asignatura, escuelas católicas regidas por instituciones religiosas con el más alto prestigio académico”.  Por tanto, afirma el pastor cordobés, “la Iglesia católica no es una realidad mortecina, a la que podamos dar la puntilla en cualquier momento. No. La Iglesia católica constituye el sustrato más profundo y más vigoroso de nuestra sociedad actual en número, en calidad y en fiabilidad”. Si alguna cosa nos falta, señala, “es la presencia en la vida pública de cristianos creyentes y convencidos de su fe. La sociedad puede cambiar, pero es necesario que los cristianos bajen a la arena pública y ejerzan su influjo donde se toman las decisiones de la convivencia ciudadana. Hay un desfase entre las convicciones religiosas de este pueblo y su influjo en la construcción de la ciudad terrena". "El cristiano que vive desde la fe puede y debe influir mucho más en la nueva época que se está gestando”. “Hablar de Dios, dejarle espacio a Dios, vivir el Evangelio de Jesucristo, proponer una y otra vez la moral que brota del Resucitado, dejar y fomentar que un pueblo viva y exprese sus más profundos sentimientos religiosos en la piedad popular, no será una rémora para el progreso humano, sino el principal motor de esperanza para una sociedad que se asoma a un cambio de época”, afirma.  “Los fallos de épocas anteriores –reconoce- sirven para aprender a no repetirlos en el futuro. Los cristianos tienen mucho que aportar en este cambio de época, y para eso no hay mejor cosa que ser coherentes en la vida con la fe que profesamos en el corazón”. Y concluye con una exhortación a una mayor visibilidad de los cristianos en la vida pública: “No vale ser creyente para la vida privada o aparentarlo en público y olvidarse de Dios en la gestión de la cosa pública. Los cristianos tienen mucho que aportar y nadie mejor que ellos pueden ofrecer razones para la esperanza en un cambio de época que ve declinar lo que han sido meras utopías que no conducen al progreso”.
   Acertar con la confianza y respeto que se merecen esto o aquellos políticos es esencial preocupación de los católicos quienes en todo momento y lugar deben saber distinguir aquello de “dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. En consecuencia, a la hora de votar, deben saber distinguir al político que mejor cumple con cuanto corresponde a la Ciudad de Dios.

sábado, 21 de mayo de 2011

LA REVOLUCIÓN DE LA MADRE TERESA, LA MISMA DE HACE VEINTE SIGLOS

   Decía la beata madre Teresa de Calcuta “la mejor conversión consiste en ayudar a las personas a amarse unas a otras” y, efectivamente, el motor de su particular revolución fue un inmenso afán por contagiar ese amor sin barreras por el que el propio Hijo de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero, se hizo hombre, vivió entre nosotros y, siendo tratado como el más peligroso de los criminales, fue condenado a morir en la Cruz. Sus jueces y verdugos no comprendían que el amor y la libertad, vividos e impartidos por el Crucificado constituyen la única fuerza capaz de sacarnos del abismo de una egoísta mediocridad, en la que solemos vernos y tratarnos como si fuéramos los únicos con derecho a existir.
   A ejemplo de su amado, el Crucificado por todos nosotros, la beata madre Teresa de Calcuta creía y vivía en ese amor y lo presentó al mundo de hoy como única fuerza capaz de un revolucionario cambio de rumbo. Para ella “la mayor pobreza está en no ser amado, no ser querido, no ser cuidado… en sufrir no solo la pobreza material sino también la pobreza espiritual"; tanto era así que, para ella, “ La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis sino mas bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos. El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad." por demás, veía en la falta de respeto a la vida de todos los seres humanos sin excepción la más elocuente muestra de pobreza espiritual: "Para mí, decía, las naciones que han legalizado el aborto son las mas pobres, le tienen miedo a un niño no nacido y el niño tiene que morir" y, con el incondicional amor de la madre que era, pedía a todos los que la querían oír: "Si conoces a alguien que no quiere al niño, que le tiene miedo al niño, díganle que me lo de a mí."
   Para, en la medida de lo posible, remediar la desolación de los pobres no veía mejor medio que el de introducirse en el mundo de los "más pobres entre los pobres" compartiendo sus debilidades y miserias para, desde una hermanada experiencia, ver con ellos precisos medios y modos de “salir adelante”. Ello había de ser y así fue sin descuidar una valiente llamada a la conciencia de los poderosos.
En su ejemplo todos vemos un reto a la propia conciencia y, a partir de ahí, el contrapunto a las mil y una revoluciones preñadas por el odio, la envidia o el afán de revancha; es decir, sin el mínimo atisbo de libertad y generosidad.
   Además de santa o, precisamente, por serlo, la beata madre Teresa era extraordinariamente realista, de ese realismo cristiano que brinda caminos de solución a todas las personas, estén en donde estén y sean ricos o pobres. Para ella, la verdadera riqueza personal estaba en la generosa voluntad de compartir en cuanto que, por paradójico que parezca, "cuanto menos poseemos, más podemos dar; parece imposible, pero no lo es: ésa es la lógica del amor." Decía esto sin olvidarse de tantas y tantas personas, tantos y tantos pueblos, cuya historia y escasez de recursos parece condenarles a una irremediable miseria; en razón de ello, se atrevía a decir a cualquier poderoso del mundo: "Las personas que yo ayudo no se valen por si mismas, no se pueden parar. No pueden sostener la caña. Yo les daré el alimento y después se los enviaré a usted para que usted les enseñe a pescar".
   La libertad de conciencia y el amor expresado en trabajo y trabajo son insustituibles ingredientes de la revolución, que en sintonía con la revolución iniciada hace ya más de veinte siglos por el Crucificado, recordó al mundo la beata madre Teresa: una libertad de conciencia, que neutraliza los mil y un tópicos de las diversas formas de materialismo, y un trabajo como expresión de generosa entrega a los demás: "En el momento de la muerte, dejó escrito la beata madre Teresa de Calcuta, no se nos juzgará por la cantidad de cosas que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que haga daño."

sábado, 30 de abril de 2011

Nuestro nuevo abogado, el BEATO JUAN PABLO II

Hubo un tiempo en el que los sucesores de Pedro, delegados de Cristo en la Tierra, habían de cumplir con los deberes comunes a todos los soberanos de este mundo: además de Sumo Pontífice de la Santa Iglesia Católica, ejercían de soberanos temporales de los llamados Estados Pontificios. No era nada fácil compaginar lo debido a Dios con las exigencias y tentaciones del poder temporal.
Desde 1870, con Pio IX, hasta nuestro tiempo, con Benedicto XVI, lo del poder temporal queda reducido al músculo Estado Vaticano, lo que quiere decir que el poder de los Papas es esencialmente espiritual. Desde esa fecha, es de justicia reconocer que, cada uno en su estilo, todos los Papas han ejercido como “buenos servidores de los servidores de Dios”.
Buen ejemplo de ello ha sido el Pontificado del ya beato, nuestro entrañable Santo Padre Juan Pablo II: fueron 26 años contagiando fe, amor y libertad a todas las personas de buena voluntad de cualquier lugar del mundo y condición, incluidos los no católicos. Vivía plenamente integrado en el mundo sin sentirse de este mundo con el resultado de ayudar eficazmente al desmantelamiento del llamado “socialismo real” y otros extremismos que están en la mente de todos. Así lo han podido apreciar una buena parte de los cristianos y no cristianos, tomándolo en consideración la Iglesia en su Decreto de Beatificación al afirmar: “Los fieles sintieron y experimentaron que era un hombre de Dios, que realmente ve los pasos concretos y los mecanismos del mundo contemporáneo en Dios, en la perspectiva de Dios, con los ojos de un místico que alza los ojos sólo a Dios”.
El beato Juan Pablo II conocía muy bien los problemas de nuestro tiempo y seguro que los tiene muy presentes ahora, cuando ya disfruta de la bienaventuranza eterna y mantiene línea directa con todos los santos, nuestra madre María y el Santo de los Santos, nuestro Señor Jesucristo ¿Quién en mejor situación que él para servirnos de abogado?
Recordemos que, siempre sonriendo y escuchando, sabía liberarse de lo que estorba para ser mejor cada día, amaba a todos sin excepción, trabajaba por encima de lo que permitían su ancianidad y achaques, tenía la palabra oportuna sobre todo lo que realmente importa y, para mantener continuamente su compromiso de acción hacia el bien de todos nosotros, rezaba.
¿Tendremos reparos en seguir su ejemplo y, más aun, aceptarle como abogado para nuestras relaciones con el Padre?

lunes, 25 de abril de 2011

TODO LO HIZO BIEN Y RESUCITO

Pues claro que sí: “Todo lo hizo bien” (Mc 7,37) y, cumplida su misión en la Tierra, sufrió y murió por todos nosotros en cruz y resucitó ¿Qué otra cosa cabía esperar del Hijo de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero?
Nos lo recuerda SS Benedicto XVI, su delegado en la Tierra como legítimo sucesor del apóstol Pedro:
La resurrección de Cristo no es fruto de una especulación, de una experiencia mística. Es un acontecimiento que sobrepasa ciertamente la historia, pero que sucede en un momento preciso de la historia dejando en ella una huella indeleble. La luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y el espacio. Es una luz diferente, divina, que ha roto las tinieblas de la muerte y ha traído al mundo el esplendor de Dios, el esplendor de la Verdad y del Bien.
Así como en primavera los rayos del sol hacen brotar y abrir las yemas en las ramas de los árboles, así también la irradiación que surge de la resurrección de Cristo da fuerza y significado a toda esperanza humana, a toda expectativa, deseo, proyecto. Por eso, todo el universo se alegra hoy, al estar incluido en la primavera de la humanidad, que se hace intérprete del callado himno de alabanza de la creación. El aleluya pascual, que resuena en la Iglesia peregrina en el mundo, expresa la exultación silenciosa del universo y, sobre todo, el anhelo de toda alma humana sinceramente abierta a Dios, más aún, agradecida por su infinita bondad, belleza y verdad
.
Efectivamente: la muerte y la resurrección de Jesucristo son el fundamento y el punto de partida del Cristianismo, tal como Él mismo, que siempre dijo verdad, lo expresó sin rodeos: «Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá para siempre» (Jn 11, 25-26). El peso de tal verdad le hizo decir al Apóstol Pablo: “Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe” (1 Cor 15,14).
Es así como todos nosotros, por Él y con Él, estamos llamados a vivir para siempre; en consecuencia, ¿dónde está, muerte, tu victoria? (I Cor. 15,55

sábado, 23 de abril de 2011

EL SANTO PADRE REVIVE EN EL COLISEO EL DRAMA DE JESÚS

ROMA, viernes, 22 abril 2011 (ZENIT.org).
Benedicto XVI revivió junto a decenas de miles de peregrinos el drama de la muerte de Jesús, en el Coliseo romano, durante la noche del Viernes Santo.
Al final del acto de piedad cristiana, desde la colina del Palatino, el pontífice invitó a los fieles que recorrieron en una noche de clima agradable las catorce estaciones de la pasión y muerte de Cristo a sumirse "en el silencio de la muerte" "del Hombre rechazado, oprimido y aplastado".
De este modo, los fieles que llevaban en su mano una vela encendida que iluminaba este lugar de suplicio en la Roma imperial, revivieron, por invitación del obispo de la ciudad eterna, "el drama de Jesús, cargado del dolor, del mal y del pecado del hombre".
El papa dirigió sus palabras con voz clara después de una larga jornada de oración, en la que horas antes había presidido la celebración de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
"La Cruz no es el signo de la victoria de la muerte, del pecado y del mal, sino el signo luminoso del amor, más aún, de la inmensidad del amor de Dios, de aquello que jamás habríamos podido pedir, imaginar o esperar", aseguró.
El Via Crucis de este año tuvo por novedad a dos niños, hermanos, que leyeron en italiano la descripción de las catorce estaciones: Diletta de 10 años, y Michele de 12.
La cruz fue llevada en sucesivas estaciones por el obispo vicario del papa para la diócesis de Roma, el cardenal Agostino Vallini, una familia romana con cinco hijos (trillizos y gemelos), una familia de Etiopía, dos monjas agustinas, un franciscano de Egipto y una joven de ese mismo país, un enfermo en silla de ruedas empujado por un voluntario, y dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa.
Benedicto XVI presidió el rito de rodillas frente al Coliseo. Las estaciones del Vía Crucis avanzaron por el interior del Coliseo --el famoso anfiteatro Flavio--, continuaron por delante del Arco de Trajano y concluyeron en el Palatino.
Por primera vez en el este pontificado, las meditaciones que comentaron las estaciones fueron escritas por una mujer, sor Maria Rita Piccione, madre agustina
Y una mujer, también religiosa agustina, sor Elena Manganelli, es la artista que ha creado las imágenes que ilustraron estas estaciones tanto en televisión como en el librito que se repartió entre los peregrinos con los textos.

miércoles, 20 de abril de 2011

Persistente sombra del Arrianismo

Ante la ola del actual relativismo adormecedor, es oportuno recordar que, ya en los primeros siglos de nuestra era, había gentes que se llamaban cristianas y negaban la Divinidad de Jesucristo, Dios verdadero de Dios verdadero (según la categórica formulación del Concilio de Nicea). Con más soberbia que humildad y con más politiqueo que objetividad, no faltaron jerarcas y satélites que, para defender las propias posiciones, se esforzaron en convertir al cristianismo en lo que hoy llamaríamos una “ideología” al ras del suelo; ello llevó a dividir a la Cristiandad en dos corrientes diametralmente opuestas en la interpretación de lo que debiera ser el esencial lazo de unión, echando así en saco roto la oración del mismísimo Jesucristo: “Que todos sean uno como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn. 17, 21).
Que no pocos que se llaman cristianos siguen sin tomarse en serio la plena Divinidad de Jesucristo y, en consecuencia, no se diferencian gran cosa de cuantos no pasan de considerar a nuestro Hermano Mayor como un hombre más o menos especial, lo demuestran tantas divisiones más por cuestiones de forma o conveniencia política que por respuesta directa a la propia conciencia; claro que es una desvaída forma de entender el auténtico Cristianismo y que en ello, cabe no poca responsabilidad a teorizantes paniaguados, filósofos e ilustrados (desde los cartesianos hasta los mil y uno voceros del no escandalizar con “viejos misterios”) que, durante los últimos siglos se han ocupado en prolongar la sombra del Arrianismo (una seudo fe cristiana sin Jesucristo, Dios Vivo) sea por inercia intelectual, interés de secta o simple ignorancia de cuál es el meollo de nuestra fe: Coeterno con el Padre y el Espíritu Santo, el Hijo, Dios verdadero de Dios verdadero, se hizo hombre para redimirnos en inigualables muestras de Amor y Libertad; como prueba fehaciente nos dejó la extraordinaria realidad de una vida, en la que, para mostrarnos el Camino, la Verdad y la Vida, todo lo hizo bien hasta, no comprendido por los poderes de la tierra, morir en muerte de Cruz y resucitar como prueba de ser Dios omnipotente y eterno, principio y fin de todas las cosas.
Tal es la irrenunciable verdad del Cristianismo y cristianos son los que la aceptan como artículo de fe y guía de la propia vida para “resucitar con Él”. ¿No es eso lo que nos dejó muy claro San Pablo con palabras elocuentes por sí mismas? “Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe” (I Cor. 15, 14).
El dejar esa verdad en un vergonzante claro-obscuro es una forma de contemporizar con la persistente sombra del viejo arrianismo.

domingo, 17 de abril de 2011

Jesús de Nazareth, Hijo de Dios

Hay quien dice que lo bueno que pueda haber en el Cristianismo ya se encuentra en cualquier otra Religión, lo que en modo alguno se ajusta a la Verdad: lo mejor del Cristianismo es que en él, a diferencia de cualquier otra religión, todo gira alrededor de Jesús de Nazareth, Dios hecho hombre.
Siglos antes de honrar a la Humanidad con su presencia, ya se había escrito de Él: “Serán benditas en TI todas las familias de la Tierra” (Gen.12-3). “Belén de Efrata, pequeña para ser contado entre las familias de Judá, de ti saldrá quien señoreará de Israel y se afirmará con la fortaleza de Yahvé... Habrá seguridad porque su prestigio se extenderá hasta los confines de la Tierra” (Miq.5,2) “Brotará una vara del tronco de Jesé y retoñará de sus raíces un vástago sobre el que reposará el espíritu de Yahvé, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de entendimiento y de temor de Yahvé... No juzgará por vista de ojos ni argüirá por lo que oye, sino que juzgará en justicia al pobre y en equidad a los humildes de la Tierra” (Is. 11,1-5). “Porque nos ha nacido un Niño, nos ha sido dado un Hijo, que tiene sobre sus hombros la soberanía y que se llamará maravilloso consejero, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la Paz” (Is. 9-6).
Gracias a su Vida, a su Muerte y a su Resurrección, Jesús de Nazareth proyecta sobre cuanto existe, incluidos todos nosotros, la Personalidad de un Dios que se hizo Hombre, haciéndolo todo bien y demostrando ser Hijo de Dios.
El porqué y para qué nos lo explica así San Pablo (Filipenses 2, 6-11): El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.
¿Existe otra religión que acepte como eje de su fe a un personaje de la talla y evidencia histórica de Jesús de Nazareth, Hijo de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero?

sábado, 16 de abril de 2011

¿Podemos ser santos tú y yo?

Pues claro que sí: todos nosotros podemos ser santos. Para ello no tenemos más que aplicarnos a lo del día a día sabias recomendaciones de los que hablan con verdad de nuestro papel en el mundo, como, por ejemplo, SS Benedicto XVI, del que repetimos estas esperanzadoras palabras:
¿Qué quiere decir ser santos? ¿Quién está llamado a ser santo? A menudo se piensa que la santidad es un objetivo reservado a unos pocos elegidos. San Pablo, sin embargo, habla del gran diseño de Dios y afirma: “En él – Cristo – (Dios) nos ha elegido antes de la creación del mundo, y
para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor” (Ef 1,4). Y habla de todos nosotros. En el centro del diseño divino está Cristo, en el que Dios muestra su Rostro: el Misterio escondido en los siglos se ha revelado en la plenitud del Verbo hecho carne. Y Pablo dice después: “porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud” (Col 1,19). En Cristo el Dios viviente se ha hecho cercano, visible, audible, tangible de manera que todos puedan obtener de su plenitud de gracia y de verdad (cfr Jn 1,14-16). Por esto, toda la existencia cristiana conoce una única suprema ley, la que san Pablo expresa en un fórmula que aparece en todos sus escritos: en Cristo Jesús. La santidad, la plenitud de la vida cristiana no consiste en el realizar empresas extraordinarias, sino en la unión con Cristo, en el vivir sus misterios, en el hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. La medida de la santidad vienen dada por la altura de la santidad que Cristo alcanza en nosotros, de cuanto, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida sobre la suya. Es el conformarnos a Jesús, como afirma san Pablo: “En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo” (Rm 8,29). Y san Agustín exclama: “Viva será mi vida llena de Ti (Confesiones, 10,28). El Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Iglesia, habla con claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que nadie está excluido: “Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios ...siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, a fin de merecer ser hechos partícipes de su gloria”.
Lo ha dicho el Santo Padre en el Vaticano, durante la Audiencia General del pasado 13 de abril.

lunes, 11 de abril de 2011

La hora de los católicos

Mucha, demasiada, es la tinta que corre sobre los males del momento y muy poca, poquísima, sobre los remedios que, en tantos y tantos casos, depende más o menos de nosotros, los que nos llamamos católicos.
Frente a la falta de lo mínimo para vivir, como lo prueba la muerte por inanición de millones y millones de seres humanos… el pan que no comes pertenece a los que tienen hambre.
Frente a los odios y las guerras sin cuartel… se conocerá que sois discípulos míos en que os amaréis los unos a los otros.
Frente a la desorientación sobre el camino a seguir para no desvariar a la hora de separar el grano de la paja… recordemos cómo, según vemos a nuestro alrededor y corrobora el Apóstol, (Cor. 12, 6-9), “Dios obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común: Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otor palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro carisma de curaciones, en el único espíritu…
Acuciantes y graves los problemas del momento; ineludible y clara la responsabilidad que a cada uno de nosotros nos corresponde en razón de lo que, tal vez sin merecerlo, hemos recibido ¿a qué esperamos?

domingo, 3 de abril de 2011

¿Para qué hemos nacido y vivimos?

Hemos nacido y vivimos para colaborar en la culminación de la inacabada obra de la Creación: así nos lo nos han apuntado aplicados y pacientes estudiosos de la Realidad, con el inolvidable sacerdote jesuita Teilhard de Chardin (1881-1955) como uno de los más destacados: desde la humildad y generosidad de un apasionado amante de la verdad, Teilhard, sabio de nuestro tiempo, rompió estrechos horizontes académicos formulando conclusiones comprensibles y comprometedoras para otros sabios y, también, para la inmensa mayoría de los legos. Deseoso de que ello significara el dejar atrás la “Era Neolítica” de un pensamiento esclavizado por lo cómodo e insubstancial, escribió en Nueva York un mes antes de morir (marzo 1955):
“Por toda la Tierra, hoy en día, en la atmósfera espiritual creada por la idea de la Evolución, se está desarrollando una situación de extrema sensibilidad hacia dos componentes esenciales de lo Ultra-Humano: el amor de Dios y la fe en el Mundo. Son dos componentes esenciales que “flotan en el aire” de cualquier rincón del mundo; por regla general, todavía son apenas perceptibles y rara vez se dan juntos en un mismo sujeto, aunque en mí, por pura suerte (temperamento, formación, medio familiar y social...) ya se ha producido una espontánea y equilibrada fusión de uno y otro, muy débil para salir al exterior, pero suficiente para mostrar que, un día u otro, es posible su explosión con una subsiguiente reacción en cadena. Ello prueba que, para la Verdad, basta que esa conjunción del amor de Dios y la fe en el Mundo tenga lugar en un solo espíritu para que, en el momento dado, nada pueda evitar que todo lo invada y todo lo inflame”
¿No es ello una elocuente muestra de que el nacimiento y vida de todos y cada uno de nosotros deben y pueden significar precisos eslabones en la cadena hacia el progreso en todos los órdenes?

miércoles, 30 de marzo de 2011

El valor de ser cristiano

No es muy difícil ser cristiano, si desconfiamos de nosotros mismos y procuramos seguir los pasos de nuestro Hermano Mayor, el Hijo de Dios, que todo lo hizo bien, cosa que se dice pronto, pero que, como primera medida, nos exige amarnos los unos a los otros como El nos ama.
¿Lo has logrado? ¿de verdad que sí? Entonces, puedes hacer lo que quieras con la seguridad de que todos tus trabajos servirán para tu bien.
Bien es verdad que en estos nuestros tiempos abundan los teorizantes del todo vale, aunque ello nos degrade al nivel de los brutos: como dice José Luis Restán: Son tiempos hoscos para la libertad religiosa y todavía domina la cultura hija del 68, con sus experimentos de ingeniería social y su pretensión de arrumbar al cristianismo al desván de la historia. Lo dijo claramente Benedicto XVI en su reciente viaje a España: en esta Europa de las luces ha prendido la idea de que Dios es enemigo del hombre y de su libertad. Por eso la reacción dialéctica, la trinchera, es una tentación comprensible, pero que conduce a la amargura y la esterilidad. El Papa ha marcado una ruta clara para esta estación histórica: acompañar al hombre en su búsqueda dramática de la plenitud de su vida. Mostrar, a través de obras visibles, cómo la fe sale al encuentro de las preguntas y deseos del hombre, y los responde. Ahí se enclava, cordial y apasionadamente, el proyectado Encuentro Madrid 2011.
Claro que mucho más luminosa es la verdad de que estamos en este mundo para hacerlo más humano, es decir más cristiano, lo que implica que cada uno de nosotros debe poner al servicio de los demás sus personales capacidades, según nos recomendó el Apóstol Pablo (Rom. 12, 6-8): “teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámosle en la medida de nuestra fe; si es en el ministerio, en el ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad”.
¿Verdad que, si aplicamos la fórmula de San Pablo (cristiana al cién por cién, el mundo sería mejor y nosotros más felices en cuanto hacemos lo que podemos y debemos hacer en razón de los dones que hemos recibido?

domingo, 27 de marzo de 2011

CONCIENCIA PERSONAL Y PREJUICIO SOCIAL

Creemos los cristianos que es en nuestra propia conciencia en donde encontramos un atisbo de la verdad que solamente en Dios alcanza su plenitud. Ese atisbo de verdad no es más que una pequeña luz hacia la verdadera Luz, que nos viene del Evangelio y es alimentada por la Iglesia como Cuerpo Místico de nuestro Señor Jesucristo: es así como las débiles llamadas de la propia conciencia cobran fuerza cuando, humildemente, las encauzamos hacia la verdad histórica que comienza en Belén y se difunde por el mundo a través de los apóstoles, confesores, mártires y la innumerable pléyade de buenos cristianos, siempre en el ámbito del amor, la libertad y la responsabilidad. No de otra forma progresamos en el camino hacia la gran verdad que nos hará libres, como leemos en el Evangelio de san Juan (Jn. 8,32).
Con estupor, los españoles vemos que el propio presidente del gobierno pretende trastocar ese camino hacia la libertad desde la verdad: la libertad nos hará verdaderos, ha dicho con pomposa solemnidad y ello como si el caminar caprichosamente y sin tino nos llevara hasta donde nos conviene ir.
Cansados de ver sómo su gestión no sale del laberinto de las palabras al aire y las promesas sin sustancia, los españoles nos vemos obligados a preguntar al presidente de nuestro Gobierno ¿dónde ve usted el valor gratificante de la libertad? ¿es, por ventura, en dejarse arrastrar por la “conciencia colectiva” de su partido en lugar de tratar de interpretar la íntima voz de la propia conciencia para obrar en consecuencia? ¿puede usted convencernos de que es algo más que un prejuicio social esa vieja ideología, según la cual, por encima de la persona está lo colectivo sin alma, sin norte y con efectos contrarios a la justicia social de la que tanto y tanto habla usted en lugar de buscarla por caminos de amor, libertad y responsabilidad?