miércoles, 30 de marzo de 2011

El valor de ser cristiano

No es muy difícil ser cristiano, si desconfiamos de nosotros mismos y procuramos seguir los pasos de nuestro Hermano Mayor, el Hijo de Dios, que todo lo hizo bien, cosa que se dice pronto, pero que, como primera medida, nos exige amarnos los unos a los otros como El nos ama.
¿Lo has logrado? ¿de verdad que sí? Entonces, puedes hacer lo que quieras con la seguridad de que todos tus trabajos servirán para tu bien.
Bien es verdad que en estos nuestros tiempos abundan los teorizantes del todo vale, aunque ello nos degrade al nivel de los brutos: como dice José Luis Restán: Son tiempos hoscos para la libertad religiosa y todavía domina la cultura hija del 68, con sus experimentos de ingeniería social y su pretensión de arrumbar al cristianismo al desván de la historia. Lo dijo claramente Benedicto XVI en su reciente viaje a España: en esta Europa de las luces ha prendido la idea de que Dios es enemigo del hombre y de su libertad. Por eso la reacción dialéctica, la trinchera, es una tentación comprensible, pero que conduce a la amargura y la esterilidad. El Papa ha marcado una ruta clara para esta estación histórica: acompañar al hombre en su búsqueda dramática de la plenitud de su vida. Mostrar, a través de obras visibles, cómo la fe sale al encuentro de las preguntas y deseos del hombre, y los responde. Ahí se enclava, cordial y apasionadamente, el proyectado Encuentro Madrid 2011.
Claro que mucho más luminosa es la verdad de que estamos en este mundo para hacerlo más humano, es decir más cristiano, lo que implica que cada uno de nosotros debe poner al servicio de los demás sus personales capacidades, según nos recomendó el Apóstol Pablo (Rom. 12, 6-8): “teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámosle en la medida de nuestra fe; si es en el ministerio, en el ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad”.
¿Verdad que, si aplicamos la fórmula de San Pablo (cristiana al cién por cién, el mundo sería mejor y nosotros más felices en cuanto hacemos lo que podemos y debemos hacer en razón de los dones que hemos recibido?

domingo, 27 de marzo de 2011

CONCIENCIA PERSONAL Y PREJUICIO SOCIAL

Creemos los cristianos que es en nuestra propia conciencia en donde encontramos un atisbo de la verdad que solamente en Dios alcanza su plenitud. Ese atisbo de verdad no es más que una pequeña luz hacia la verdadera Luz, que nos viene del Evangelio y es alimentada por la Iglesia como Cuerpo Místico de nuestro Señor Jesucristo: es así como las débiles llamadas de la propia conciencia cobran fuerza cuando, humildemente, las encauzamos hacia la verdad histórica que comienza en Belén y se difunde por el mundo a través de los apóstoles, confesores, mártires y la innumerable pléyade de buenos cristianos, siempre en el ámbito del amor, la libertad y la responsabilidad. No de otra forma progresamos en el camino hacia la gran verdad que nos hará libres, como leemos en el Evangelio de san Juan (Jn. 8,32).
Con estupor, los españoles vemos que el propio presidente del gobierno pretende trastocar ese camino hacia la libertad desde la verdad: la libertad nos hará verdaderos, ha dicho con pomposa solemnidad y ello como si el caminar caprichosamente y sin tino nos llevara hasta donde nos conviene ir.
Cansados de ver sómo su gestión no sale del laberinto de las palabras al aire y las promesas sin sustancia, los españoles nos vemos obligados a preguntar al presidente de nuestro Gobierno ¿dónde ve usted el valor gratificante de la libertad? ¿es, por ventura, en dejarse arrastrar por la “conciencia colectiva” de su partido en lugar de tratar de interpretar la íntima voz de la propia conciencia para obrar en consecuencia? ¿puede usted convencernos de que es algo más que un prejuicio social esa vieja ideología, según la cual, por encima de la persona está lo colectivo sin alma, sin norte y con efectos contrarios a la justicia social de la que tanto y tanto habla usted en lugar de buscarla por caminos de amor, libertad y responsabilidad?

sábado, 26 de marzo de 2011

NOTICIAS Y REFLEXIONES DE INTERÉS PARA TODAS LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD

En una época de dudas crecientes, de incertidumbre sobre como transmitir la fe en una Europa profundamente confusa sobre la propia identidad cristiana, Benedicto XVI ha querido guiar a los hombres hacia Jesús. Ésa fue la reflexión central de monseñor Gerhard Ludwig Müller, obispo de Ratisbona, el pasado jueves 24 de marzo en la presentación del libro Jesús de Nazareth, escrito recientemente por SS Benedicto XVI.
Durante la velada, que se desarrolló en el interior de la basílica papal, el cardenal Vallini alabó al Papa por este libro denso y complejo como todos sus textos, que tocan cuestiones esenciales de la fe, que afronta a partir del fundamento histórico. Entre las cuestiones más relevantes, el doble ámbito de la razón y de la fe y la cuestión central de la resurrección de Jesús sin la cual la fe cristiana no tiene sentido.
El cardenal Vallini ha agradecido al Papa por refutar las interpretaciones que de Jesús Nazareno nos han dado las teorías y teologías de la revolución y por habernos explicado con argumentos convincentes la naturaleza de Cristo Mesías. Y se ha dicho -recordó el purpurado- que este libro no fue escrito por un profesor sino por un enamorado que ofrece al lector un testimonio conmovedor, y después de haberlo leído, creo que esto es verdad.
Tomando la palabra el monseñor Müller explicó que en nueve capítulos, el Santo Padre describe las grandes escenas de la Pasión. Escenas clave para comprender la persona de Jesús y su misión.
A quién se ha preguntado cómo es posible que el Papa no afronte cuestiones como la ola de secularización, monseñor Müller replicó: el papel de san Pedro ¿no es llamar la atención general sobre el único pasajero que puede detener el viento y las olas y conducir a la nave de su Iglesia al puerto seguro de la Eternidad?.
Por tanto, prosiguió, hacer accesible la figura de Jesús a los hombres que están en riesgo de ser alcanzados por las tormentas de nuestro tiempo y de la historia, es sin duda una empresa que va más allá de la pasión de un ex profesor de Teología, cuya ocupación preferida es escribir libros.
Ya que aquí no se trata de otro libro sobre Jesús, sino de ocuparse de Jesús mismo y, a través de él, de nuestra relación con Dios y del encuentro con Jesús. La fe cristiana es el encuentro con una persona y sustancial y esencialmente una relación de persona a persona, no entre una persona y una idea o ley moral, o espíritu objetivo de derecho o ciencia, religión, cultura y filosofía, y por, tanto Jesús es decisivo para el éxito o fracaso de mi vida.