lunes, 20 de junio de 2011

Un mayor acercamiento entre la Iglesia y el Islam

La Iglesia reúne en Comunión a todos los fieles cristianos;  en palabras de sus doctores “es en verdad esposa de nuestro Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios según está escrito (Ef. 5,25):  Cristo amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella”. El Sumo Pontífice es su portavoz por expresa delegación del propio Jesucristo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
El Islam tiene en Mahoma a su Profeta como exclusivo mensajero de Alah, nombre con el que los musulmanes adoran y sirven al único Dios, el mismo al que los cristianos adoramos y servimos.
No son pocas las diferencias entre musulmanes y cristianos por cuestiones de fe;  pero esa falta de coincidencia no tiene por qué ser causa de enfrentamientos en tanto en cuanto unos y otros apelamos al Dios Misericordioso y todo Amor (que decimos los cristianos) como Juez Supremo y principal referencia para nuestras vidas.
Así se vio, así se sigue viendo en el ámbito de nuestra Iglesia y así quedó magistralmente reflejado en las conclusiones del Vaticano II, cuyo portavoz, el Papa Pablo VI lo expresó de esta manera en su Encíclica “Nostra Aetate”:  La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno…. Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres…. No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. la relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: "el que no ama, no ha conocido a Dios" (1 Jn 4,8)….Así se elimina el fundamento de toda teoría o práctica que introduce discriminación entre los hombres y entre los pueblos, en lo que toca a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan”

jueves, 9 de junio de 2011

Toda religión debe ser un factor de paz, asegura el papa
   Durante su reciente visita a Croacia, en un encuentro en el que participaron representantes de las diferentes religiones presentes en ese bonito país, Benedicto XVI aseguró que toda religión debe ser un factor de paz.
   Si bien de los 4,5 millones de habitantes el 88% son católicos, el pontífice incluyó en el programa de su visita un encuentro con el mundo de la cultura y la diplomacia, al que invitó a los representantes de las diferentes confesiones cristianas, en particular ortodoxos, así como a exponentes judíos y musulmanes. El Papa, que pudo saludarles en el Teatro Nacional Croata, agradeció esta significativa presencia, pues según dijo, “contribuye a recordar que la religión no es una realidad separada de la sociedad”.
   La religión, subrayó, es “un componente” “connatural” de la sociedad, “que constantemente evoca la dimensión vertical, la escucha de Dios como condición para la búsqueda del bien común, de la justicia y de la reconciliación en la verdad”. “La religión pone al hombre en relación con Dios, Creador y Padre de todos, y, por tanto, debe ser un factor de paz”, subrayó.
   Por este motivo, concluyó, “las religiones deben purificarse siempre según esta verdadera esencia suya para corresponder a su genuina misión”. (ZENIT.org)