lunes, 25 de julio de 2011

EL SECRETO DE LA JMJ 2011 ES EL MENSAJE DEL PAPA

Lo ha dicho monseñor Rouco Varela, Cardenal-Arzobispo de Madrid:  El secreto del éxito de cada una de las Jornadas Mundiales de la Juventud ha sido y es el mensaje que antes Juan Pablo II, y ahora Benedicto XVI, han dado a la juventud de hoy.
El cardenal presidió el pasado viernes 23 de julio  la clausura del curso de verano “Los jóvenes y la Iglesia Católica”, organizado por la Universidad Rey Juan Carlos en Aranjuez, con una ponencia titulada “Tareas y caminos abiertos de evangelización de los jóvenes después de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid”.
El arzobispo de Madrid, anfitrión de la próxima Jornada Mundial, afirmó, con palabras de Romano Guardini, que con la JMJ “un acontecimiento de extraordinaria trascendencia ha comenzado”.
El purpurado, que ya acogió, como arzobispo de Santiago de Compostela, la JMJ de 1989, quiso recordar aquel evento: los jóvenes “respondieron en el 89” y lo siguen haciendo desde entonces, afirmó.
En aquella ocasión, Juan Pablo II “invitó a los jóvenes a vivir la vocación y la misión de la Iglesia de forma directa, centrada en Jesucristo” con “un discurso directo, inmediato: Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida”.  Por eso, calificó de “secreto de la historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud el mensaje directo y claro del Papa”.  “Eso produce un efecto en la vida de la Iglesia”, que es el nacimiento de “una generación joven, identificada con la fe vivida en la comunión de la Iglesia”.
“Nos encontramos con nuevas realidades, como nuevas formas de vida consagrada, nuevos modos de implicación de los seglares en la vida de la iglesia...”. Y es que “la Iglesia tiene que actualizar su novedad constantemente, porque ella es nueva siempre”.  Para el cardenal Rouco, “la evangelización es la palabra clave. Es lo que anima a la JMJ de Madrid”.
En este sentido, ha apuntado como “metas y caminos posteriores” a la Jornada que “los jóvenes que están en la Iglesia se afiancen en su fe y en vivir comunión con la Iglesia”, “reforzar, profundizar y extender la pastoral vocacional, comenzando por el sacerdocio”, y siguiendo por “la vida consagrada” y la vocación “al matrimonio y la familia cristiana”.  En esta línea, ha manifestado su deseo de que “no saliese nadie de JMJ sin encontrar su vocación”.
Para el Cardenal, con las JMJ surgen “nuevos caminos” de evangelización, y una “apertura de los ámbitos propios para los jóvenes en las parroquias”, así como una revitalización de “la experiencia viva y contemplativa”.
Concluyó afirmando que “la JMJ es una gran expresión de la vida de la Iglesia. Estamos ante un acontecimiento nuevo de la vida de la Iglesia” (Texto tomado de ZENIT)

martes, 19 de julio de 2011

SOLO PECAN LOS TONTOS

Cuando grandes sabios de la antigüedad, sin haber conocido al Cristianismo, sostenían que la verdadera sabiduría consistía en vivir de acuerdo con las exigencias de la propia condición humana, venían a decir que el pecar es una solemne majadería. Seguro que así lo han interpretado grandes santos como Agustín de Hipona cuando, luego de habar pasado por diversas etapas de majadera obsesión, define la razón de nuestro ser y especial vocación con la categórica afirmación de “nos creaste señor para Ti y nuestro corazón vive inquieto hasta que descansa en Tí”. Es como si dijera, ¡qué de tonterías hacemos cuando pecamos y, al precio de poco más que nada, nos alejamos de Dios! ¿Podemos traducirlo por la constatación de que los pecadores somos más o menos tontos en tanto en cuanto más o menos nos alejamos de Dios?.

Recordemos cómo el Maestro nos da una magistral lección de sabiduría divina y, también, humana con su parábola del Rico Epulón, un pobre rico tan corto de cerebro que creía lograr el máximo de la felicidad comiendo como un cerdo y bebiendo hasta agotar sus reservas  ¿no sabía el redomado tonto que los bienes materiales en exceso no producen más que hastío hasta que viene la muerte y nos coge con el pie cambiado? Todo ello mientras que Lázaro, el sabio de la parábola, vive en el amor y la libertad, es decir, en la felicidad asequible a los que ajustan su conducta a la voluntad de Dios. Procura no pecar y, por lo tanto, se esfuerza por entender el sentido de la propia vida: lo poco que llega a saber es, precisamente, lo que más conviene a su propia naturaleza y, por lo tanto, disfruta de la felicidad asequible todos los que, con buena voluntad, buscan lo mejor de lo mejor para sí mismos y el prójimo.

¿De qué te sirve ganar todo el mundo si pierdes el alma? fue la pregunta con la que San Ignacio de Loyola puso a San Francisco Javier en el camino de la verdadera sabiduría. Efectivamente, tal como ha dejado escrito el poeta Leonardo Castellani, “La ciencia más consumada/ es que el hombre en gracia acabe/ porque al fin de la jornada/ aquel que se salva, sabe/ y el que no, no sabe nada”.