Llegado a la región de Cesárea de
Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus
discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos
dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o
uno de los profetas». Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón
Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le
dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te
digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas
del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los
Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos y lo que desates
en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mt. 16, 13:20).
¡Jesucristo fundó realmente su
Iglesia y colocó a Pedro y a sus sucesores como piedra angular de la misma! De
tal constatación se alimenta nuestra fe y nuestra fidelidad a la Iglesia de
Roma, la
misma que ha respondido y sigue
respondiendo a los desafíos de la
Modernidad con los valores de siempre y a través de excepcionales personajes como los
reseñados en esta página.
El Beato Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli, 1881-1963) gobernó la
Iglesia Católica durante cinco escasos años, que resultaron ser unos de los más
fecundos de nuestro tiempo: a poco de su
nombramiento. Le debemos la convoca-toria del Concilio Vaticano II, las
encíclicas “Mater et Magistra” (1961) y
“Pacem in Terris” (1963), con las que
puso de relieve el incuestiona-ble hecho de que es en el Cristianismo en donde
se ha de buscar la solución a los
enfrentamientos entre patrones y obreros o entre unos pueblos y otros. Es recordado como el Papa Bueno.
Pablo VI (Giovanni Montini,
1897-1878), sucesor de Juan XXIII,
gobernó a la Iglesia durante quince años en los que mostró atemperado
talante en el desarrollo y aplicación de
las conclusiones del Concilio Vaticano II,
culminando el llamado Aggiornamento o puesta al día de los valores católicos frente a los
desvaríos del mundo moderno. Trabajó
infatigablemente por el
acercamiento con los "hermanos separados", buscó el diálogo con otras religiones y con
los ateos, al tiempo que exigió cambios
significativos en las relaciones entre países ricos y los pobres del Tercer
Mundo. Nos hizo el regalo de
nombrar Madre de la Iglesia a Nuestra
Señora, la Virgen María.
Juan Pablo I (Albino Luciani.
1912-1878) , recordado como “El Papa de la Sonrisa”, inició su Pontificado pidiendo para el Mundo
“la llama de la Caridad en oleadas de Amor”. Falleció a los 33 días de ocupar la Silla de Pedro, tiempo
suficiente para que la Madre Teresa de
Calcuta dijera de él: "Ha sido el mejor regalo de Dios, un rayo de sol del
amor de Dios que brilla en la oscuridad del mundo". Pese a la brevedad de su Pontificado, dio
pruebas de entrega total al servicio de la Iglesia. Actualmente se encuentra en proceso de
beatificación.
El Beato Juan Pablo II (Karol Woitila, 1920-2005) representa la fuerte
personalidad de un auténtico Hombre de Fe
frente a la apostasía, el
relativismo y el paganismo
materialista. Fue aclamado como uno de
los líderes más influyentes del siglo XX, recordado especialmente por ser uno
de los principales símbolos del anticomunismo con innegable protagonismo en la
caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento
del Bloque Soviético. Orientó su
Pontificado (veintisiete años) en cinco direcciones: la nueva evangelización,
la unión de los cristianos, la defensa de los derechos humanos sin distinción
de credos, la paz entre los bloques y el rigor doctrinal.
Benedicto XVI (Joseph Aloisius Ratzinger, n. 1927) sucedió en 2005 a Juan Pablo II. Reconocido como uno
de los más acreditados teólogos de nuestro tiempo, ha manifestado sin ambages:
“Sólo en la Iglesia es posible ser cristiano y no al margen de la Iglesia”. Sus
publicaciones son imprescindibles para cuantos, en la sinceridad de su corazón,
buscan la Verdad. Valeroso y humilde, decidió abandonar el Pontificado (2013) y
centrarse en el estudio y la oración, cuando, por su edad y enfermedades, “se
sentía sin fuerzas para seguir ejerciendo el ministerio papal”. En su
retiro, sigue como Papa Emérito y, según
su sucesor, el Papa Francisco, haciendo de "Abuelito de la Iglesia"
Francisco (Jorge Mario Bergoglio, 1936),
tras la renuncia al cargo de Benedicto XVI, fue elegido Sumo Pontífice
el 13 de marzo de 2013. Es el primer
iberoamericano y el primer miembro de la Compañía de Jesús en dirigir a la Iglesia católica. Además del español
natal, habla latín, italiano, alemán, francés e inglés. Gusta de dirigirse a
todos en un plano de igualdad porque, para él, “gobernar es servir” al tiempo
que manifiesta clara preferencia por los pobres y por los que más sufren.
Por
demás cuenta con un carisma especial que le facilita el acercamiento a los
jóvenes: se calcula que más de tres millones de todo el Mundo le siguieron en
la Jornada Mundial de la Juventud 2013, celebrada en Río de Janeiro.
Sin duda alguna, el Papa Francisco es un regalo de la
Providencia. En tiempos en los que el relativismo, la apostasía e inventos
como el de incurrir en el disparate de entrelazar materialismo marxista
con valores cristianos arrastran a tantos millones de tibios, el Subcontinente
Americano recibía como a uno de los suyos al propio Representante en la Tierra del Hijo de Dios, Dios verdadero de Dios
verdadero.