Si fijamos la atención hacia siglo y medio
atrás de nuestra historia, los católicos habremos de reconocer que fue algo muy
positivo para nuestra Santa Madre la Iglesia el forzado abandono del poder
temporal sobre una buena parte de Italia por parte de S.S. beato Pío IX el 20 de septiembre de 1870. Es a
partir de entonces cuando el efectivo poder temporal de los papas queda
reducido al minúsculo estado del Vaticano, mientras que su poder espiritual con la consiguiente
autoridad moral han ido creciendo hasta llegar al profundo y preciso magisterio
de Benedicto XVI cuya heroica renuncia de
hace un año dio lugar a la elección de nuestro entrañable Santo Padre Francisco, que nos acaba de
regalar la canonización de San Juan XXIII y San Juan Pablo II, de más en más
cercanos, muy cercanos, y de más en más santos, muy santos.
Tan bendita etapa de la Historia de la
Iglesia es iniciada por el propio beato Pío IX (1846-1878), al que debemos la
proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854 y
la realización del concilio Vaticano I (1869-1870), seguido por León XIII
(1878-1903), cuya es la inspirada, esclarecedora y oportuna encíclica Rerum Novarum (1891).
Ya en el siglo XX, contamos los católicos
con San Pío X (1903-1914), Benedicto XV (1914-1922), Pío XI (1922-1939) y el
venerable Pío XII (1939-1958), pontificados que, a base de entrega y buen
hacer, hubieron de enfrentarse a la creciente ola europea de paganos
fundamentalismos, incluidos el comunismo soviético y el nazismo. Para cualquier
observador imparcial, la Iglesia, con sus sucesivos sumos pontífices al frente,
estuvo a la altura de las circunstancias como
esperanza y refugio para las personas de buena voluntad y, sin duda, que
es gracias a ella, como el horizonte de la paz se ha venido mostrando asequible
desde la derrota de Hitler en 1945 y abandono de la llamada Guerra Fría a
partir de la caída del Muro de Berlín (1989).
Tras el venerable Pío XII, llegamos al Papa
Bueno, San Juan XIII (1958-1963), a quien debemos el llamado “Aggiornamento” o “puesta al día” de la
Iglesia Católica con su convocatoria del Vaticano II y encíclicas como la “”Mater et Magistra”, madre, maestra y
cercana, muy cercana a todos nosotros siempre con la adecuada solución a los
problemas del día a día.
Con el intervalo de los pontificados de
Pablo VI (1963-1978), que culminó la obra del Vaticano II (1962-65) y de Juan Pablo I (un mes de 1978), llamado el
Papa de la Sonrisa, ambos en proceso de beatificación, llegamos a San Juan
Pablo II (1978-2005), ese sabio, carismático
y Santo Padre que, junto con San Juan XIII, en presencia del “abuelito” Papa Benedicto
XVI y ante más de un millón de fieles peregrinos, ha sido canonizado por el
entrañable Papa Francisco.
La prensa habla de un “inigualable acontecimiento histórico que ha
reunido a cuatro papas”. Permítasenos apuntar: son cuatro papas cercanos,
muy cercanos y santos, muy santos.
Copiado de http://www.buenanueva.es/cercanos-muy-cercanos-y-santos-muy-santos/
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