domingo, 27 de marzo de 2011

CONCIENCIA PERSONAL Y PREJUICIO SOCIAL

Creemos los cristianos que es en nuestra propia conciencia en donde encontramos un atisbo de la verdad que solamente en Dios alcanza su plenitud. Ese atisbo de verdad no es más que una pequeña luz hacia la verdadera Luz, que nos viene del Evangelio y es alimentada por la Iglesia como Cuerpo Místico de nuestro Señor Jesucristo: es así como las débiles llamadas de la propia conciencia cobran fuerza cuando, humildemente, las encauzamos hacia la verdad histórica que comienza en Belén y se difunde por el mundo a través de los apóstoles, confesores, mártires y la innumerable pléyade de buenos cristianos, siempre en el ámbito del amor, la libertad y la responsabilidad. No de otra forma progresamos en el camino hacia la gran verdad que nos hará libres, como leemos en el Evangelio de san Juan (Jn. 8,32).
Con estupor, los españoles vemos que el propio presidente del gobierno pretende trastocar ese camino hacia la libertad desde la verdad: la libertad nos hará verdaderos, ha dicho con pomposa solemnidad y ello como si el caminar caprichosamente y sin tino nos llevara hasta donde nos conviene ir.
Cansados de ver sómo su gestión no sale del laberinto de las palabras al aire y las promesas sin sustancia, los españoles nos vemos obligados a preguntar al presidente de nuestro Gobierno ¿dónde ve usted el valor gratificante de la libertad? ¿es, por ventura, en dejarse arrastrar por la “conciencia colectiva” de su partido en lugar de tratar de interpretar la íntima voz de la propia conciencia para obrar en consecuencia? ¿puede usted convencernos de que es algo más que un prejuicio social esa vieja ideología, según la cual, por encima de la persona está lo colectivo sin alma, sin norte y con efectos contrarios a la justicia social de la que tanto y tanto habla usted en lugar de buscarla por caminos de amor, libertad y responsabilidad?

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